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11 DE AGOSTO DE 2008
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OPINIÓN
Sociedad Suicida
Por Gabriel Lagomarsino

En el sistema público de salud de Pilar las cosas no están bien. ¿Alguna vez lo estuvieron? Quizás sí, pero de eso hace ya demasiado tiempo. ¿Qué nos pasa que como sociedad no reaccionamos? ¿Sólo nos mueve aquello que nos afecta de manera individual? ¿Más madres deben sufrir por ver que sus hijos no reciben la atención que merecen? No nos suicidemos. Exijamos el sistema de salud que nos merecemos.

En los últimos años, en la gestión de quien “llegó para curar a Pilar”, la salud está decididamente mal. El Hospital Central no tiene personal suficiente para que las guardias estén completas, y los profesionales y técnicos sienten temor a enfrentar juicios por mala praxis al tener que atender sin contar con todos los recursos necesarios.

Luego del holgado triunfo electoral obtenido el año pasado, el intendente Zúccaro arremetió contra los médicos del hospital, en particular contra aque­llos que denunciaban las inocultables falencias de su gestión.

Hartos de tanta promesa vana, los médicos decidieron profundizar el plan de acción que llevaban adelante. Así, convocaron a una marcha que fue apoyada por médicos de toda la provin­cia, y también por numerosas organiza­ciones sociales, gremiales y políticas.

Como un espejo del gobierno nacional, el intendente no tuvo mejor idea que organizar su “contramarcha”, a la que asistieron de ma­­n­era compulsiva 2 tipos de mani­festantes: a la cabeza, funcionarios del sistema de salud, y detrás de ellos, empleados de las más variadas dependencias públicas. Fueron llevados, entre otros, municipales de Rivadavia 660 y también del obrador, todos disfrazados para la ocasión con el corres­pondiente guardapolvo blanco. Una verdadera vergüenza, no sólo por la manipulación de los trabajadores, sino además por la falta de voluntad del jefe comunal para resolver un conflicto que nos afectaba (y cada vez nos afecta más) a todos como sociedad.
Luego de la movilización, cuando los globos negros que se lanzaron al aire habían ascendido hasta desaparecer de la vista, Zúccaro pretendió enfriar el conflicto anunciando que pondría a trabajar a un grupo de “notables” para que diseñaran una nueva carrera profesional sanitaria; de ese grupo formaron parte los doctores Miguel Caruso, Carlos Olivieri, Miguel Rosso, Federico Pazzi Pla y Marcelo Castillo. Como era previsible, todo se trató de un engaño: hoy, a ocho meses de entonces, la carrera médico hospitalaria sigue siendo un sueño que los trabajadores de la salud difícilmente vean concretarse mientras dure la gestión Z.

El éxodo de personal es incesante, pro­ducto de los bajos salarios, la discre­cionalidad zuccarista, y la facilidad para incumplir aquello de “igual tarea, igual salario”. Asimismo, se huele demasiada permisividad para que algunos cercanos al poder hagan sus negocios. Por caso, en diciembre de 2004 el intendente firmó el decreto 1782 convalidando un convenio entre la Municipalidad y el Dr. Jorge Del Río, actual Secretario de Salud (¿no está mal estar de los dos lados del mostrador?). Fue este mismo secretario quien días atrás reconoció la falta de equipamiento en terapia intensiva; a esa carencia y a la muerte las separan sólo la suerte.

Personalmente fui al hospital Sangui­netti la semana pasada, un día que en las guardias no tuvieron ni pediatra ni traumatólogo permanente. Además, hay un solo enfermero profesional, cuando en cada guardia debería haber muchos más; y un solo médico, cuando debería haber dos. Como dice la Dra.Sonia Lesyk, (los médicos) “tenemos voca­ción de ‘pacientes’ para admitir que nos pongan ministros (o secretarios) que no saben del manejo de políticas de salud, directores de hospitales amigos del poder, extraños que deciden cuánto dura y cuesta una consulta médica. Todo sin reaccionar”.

Vengo denunciando la crisis en el sistema de salud desde hace más de una década; de hecho, la palabra “salud” se menciona en las notas de mi blog (http://gabriellagomarsino.blogspot.com) 67 veces, más del doble que la palabra-problema “seguridad” (36 menciones), “corrupción” (35) y “transporte” (24).

La Dra. Mirta Ortega Sanz, titular de la AMPAC, se pregunta porqué, siendo que Pilar es uno de los distritos más ricos de la Provincia de Buenos Aires, tenemos hospitales precarizados, sin insumos ni personal adecuado. La respuesta es una incógnita, pero muchos sospechan que la falta de presupuesto se debe a que se destina mucho dinero a pagar servicios tercerizados Por eso, reclaman  la inmediata puesta en marcha de un programa de despreca­rización laboral para el personal profesional y no profesional de la salud, equiparación salarial con base en el principio constitucional de “igual tarea, igual salario”, rechazo a las priva­ti­zaciones y tercerizaciones, y mecanis­mos  de control para asegurar que los fondos que se obtengan se apliquen a fortalecer el primer nivel de atención.

Hace 22 años, el Hospital Sanguinetti de Pilar contaba con 3 ambulancias (una era unidad coronaria); con ellas se atendían urgencias médi­cas, visitas domiciliarias y traslados de enfermos. Por entonces nuestro Distrito registraba unos 100 mil habitantes, y el municipio funcionaba con 500 emple­ados. Hoy somos casi 300 mil habitantes, y hay unos 3000 empleados municipales.

Pero desde entonces, siempre nos gober­­naron lo mismos; es hora que dejemos de lado toda indiferencia, y nos comprometamos a reclamar lo que como sociedad nos deben: un sistema de salud digno y capaz de mejorar la vida de los pilarenses, sobre todo, de los que –por no tener otra cobertura-dependen exclusivamente de él.



 

 
 
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