32 años después
Masacre de Fátima: compañeros de las víctimas recuerdan el horror
Son los sobrevivientes que estuvieron detenidos en la Superintendencia de Seguridad Nacional. De allí salió el camión con las 30 personas que fueron dinamitadas en Pilar. Dicen que “elegían a dedo quien subía y quien no”.

Los sobrevivientes que estuvieron detenidos en Superintendencia de Seguridad Federal en 1976, ofrecieron sus testimonios en el juicio que se sigue a los ex oficiales de la Policía Federal Carlos Gallone, Miguel Angel Timarchi y Juan Carlos Lapuyole acusados de ser los responsables de la llamada Masacre de Fátima.
Ante la mirada de los familiares de las 30 víctimas que fueron dinamitadas a la altura del Km 64, el primero en declarar fue Alberto Poggi.
El relato crudo, lo llevó a revivir los duros momentos que pasó privado de su libertad.
Poggi contó que durante los cinco días que permaneció en cautiverio en la Superintendencia se encontró con un conocido suyo, Daniel Hopen - quien también estaba secuestrado y permanece desaparecido-.
Hopen le contó que el fin de semana de la masacre “pusieron gente en fila y eligieron” a quien iban a llevarse.
“Nos pararon contra la pared y empezaron: usted sí, usted no, usted sí, usted no. Yo tuve suerte, pero se llevaron a un montón de muchachos. Después los dinamitaron en Pilar” le contó Hopen a Poggi.
El relato, cada vez más cruel de cada uno de los testigos, tenía un denominador común. Todos coincidieron en que por las noches se escuchaban los gritos de los torturados, que los policías intentaban tapar con la canción “Libre” de Nino Bravo a todo volumen. “Torturaban y violaban a todo el mundo”, dijeron los testigos.
También brindó su duro testimonio, Aurora Morea, quien relató el secuestro de su hija Susana Pedrini, su yerno, José Bronzel, y su consuegra, Cecilia Podolsky. Morea contó que llegó a saber que los tres habían estado secuestrados en la Superintendencia y que luego, gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense pudo recuperar los restos de su hija y su yerno, ambos asesinados en Fátima.
Ya en otras oportunidades en las que Morea visitó el lugar del asesinato, había recordado que en el momento del secuestro su hija estaba embarazada de dos meses, y “a los veinte días de su desaparición; la bajaron de un camión y le metieron un tiro en la cabeza”.
“Mas miedo a desaparecer que a morir”
Ese era el gran temor de quienes eran secuestrados, y así quedó evidenciado en el relato de Hugo Omar Argente, quien contó el secuestro de su hermano, Jorge.
Argente contó que luego de la desaparición de su hermano “tenía miedo de averiguar dónde había sido llevado”
“Uno tenía más miedo a desaparecer que a morir”, explicó Argente quien recién en 1999 pudo saber que Jorge había sido una de las víctimas de la Masacre de Fátima.
Por su parte, Haydeé Gastelú y Oscar García Buela hablaron sobre la desaparición de su hijo Horacio, conscripto de la Base de Infantería de Marina en Bahía Blanca, quien fue secuestrado junto a su novia Ada Victoria Porta, de 17 años, cuando se encontraba de licencia.
Gastelú dijo que los militares “nunca reconocieron” el secuestro de su hijo, y que a la semana pasó a ser considerado desertor. “Recién 25 años después y gracias a los antropólogos tuve la noticia de cuál había sido el fin de mi hijo, y su destino”, contó.
Las víctimas
De las 30 personas fusiladas y dinamitadas al costado de la ruta nacional número 6, en la localidad de Fátima, al día de hoy, sólo ha recuperado la identidad de 16. Prácticamente la mitad permanecen como NN.
A comienzos de los años 80, sólo cinco habían sido identificados. Se trataba de:
Inés Nocetti, Ramón Lorenzo Vélez, Ángel Osvaldo Leiva, Alberto Evaristo Comas y Conrado Alzogaray.
Posteriormente, se recuperó la identidad de once víctimas más: Susana Elena Pedrini de Bronzel, José Daniel Bronzel, Selma Julia Ocampo, Haydee Rosa Cirullo de Carnaghi, Norma Susana Frontini, Jorge Daniel Argente, Carmen María Carnaghi, Horacio Osear García Gastelú, Juan Carlos Vera, Carlos Raúl Pargas y Ricardo José Raúl Herrera Carrizo.
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