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Contaminación
¿Quién va a desactivar la bomba sanitaria que yace bajo nuestros pies?
Más de 4000 mil chicos llegan a los hospitales con diarrea y se registran más de 60 casos de hepatitis A. Es porque los pozos ciegos están mal instalados y se contamina las napas de donde bebemos. El gobierno afirma que hay patologías propias del siglo XIX. Causas y consecuencias de un problema que precisa una pronta solución. El 75% de la población posee agua corriente y el 90% no tiene cloacas.
 En medio de un profundo debate por la posible instalación de una planta cloacal que se erigiría en un predio de la Reserva Natural de Pilar, comenzaron a surgir los verdaderos problemas de fondo que ponen de manifiesto la urgencia de la realización de esas obras.
Los números asustan pero son una realidad que hay que tener presente para cambiar el rumbo de un distrito que ha crecido sin pausa, pero que no fue acompañado con la planificación necesaria para evitar el latente riesgo sanitario al que se somete día a día a la mayoría de los pilarenses.
Es que en Pilar, el 75% de los habitantes no posee agua corriente —las obras que ha ejecutado el gobierno aún no mueven hacia arriba la aguja del déficit— y esa porción consume aguas subterráneas a las que se llega por medio de la realización de perforaciones generalmente mal realizadas.
Ese es uno de los principales problemas que se presentan ya que la mayoría de la población hace perforaciones para extraer el agua desde el denominado Acuífero Pampeano (ubicado entre los 10 y 40 metros por debajo del nivel del mar). Es más económico, pero se atenta directamente contra la salud de quienes consumen esas aguas ya que es impactado permanentemente por la napa freática, la que más cerca está de la superficie.
Es que la calidad del agua proveniente de allí tiene un exceso de nitrato y frecuentemente presenta una importante contaminación bacteriológica y de elementos químicos proveniente de los pozos absorbentes que reciben los desechos cloacales domiciliarios.
Sumado a eso, la mala calidad con la que se realizan las perforaciones produce una contaminación vertical que desciende hacia el denominado Acuífero Puelche, uno de los reservorios de agua potable más importantes del país y que justamente tiene su centro en Pilar.
Según datos oficiales, por año se registran por lo menos 60 casos de Hepatitis A en Pilar, y unos 4000 niños se enferman de diarrea por consumir aguas contaminadas por pozos sépticos.
“Son patologías del siglo XIX y no de este milenio”, alertan las autoridades de Pilar.
Sin cloacas
 Por otra parte, el 90% de la población no posee servicio de cloacas y se estima que en todo el Distrito existen aproximadamente 45 mil pozos ciegos que son considerados uno de los daños ecológicos más graves que existen.
El mayor de los problemas es que debido la inversión que se requiere para evitar que tanto los pozos de donde se extrae agua como los denominados pozos sépticos se junten y contaminen uno a otro, la mayoría de la gente no puede hacerlo profundizando la expansión de la contaminación.
Según los especialistas la distancia entre uno y otro pozo debe ser de al menos 20 metros y ambos deben estar construidos según normas que emana el municipio.
“El crecimiento demográfico y la falta de planificación sobre todo en infraestructura sanitaria, ha llevado este tema a que sea peligroso para la sociedad. Por eso hemos realizado un curso de perforistas y tenemos 20 empresas habilitadas para realizar los trabajos”, indicó el Secretario de Medio Ambiente y Calidad de Vida, Oscar Salom.
“Es por eso que no podemos retrasar más la oportunidad de instalar redes cloacales en el distrito”, añadió.
La decisión política está tomada motivada por los indicadores de salud: los casos de hepatitis alarman a las autoridades sanitarias y más de 4000 mil niños al año llegan a los hospitales con casos de diarrea evitables.
En ese sentido, en la última sesión del Concejo Deliberante en la que se dio luz verde a al proyecto de la planta cloacal dentro de la reserva natural (al parecer el único lugar viable para su construcción), el edil Marcelo Castillo manifestó la urgencia de la construcción del proyecto.
“Hablo en nombre del futuro, no podemos seguir viviendo en las mismas condiciones sanitarias que hace dos siglos, debemos entender que estamos asistiendo patologías propias del siglo XIX”, se lamentó Castillo.
Por ahora, el gobierno ya dio el primer paso para buscarle solución a uno de los problemas que más aquejan a Pilar, la falta de infraestructura sanitaria que directamente atenta contra la salud y vida de las personas. En el medio estará, claro, asegurar el menor impacto a una zona que se buscó proteger de la mano invasora del hombre.
Pero por encima de ello, una bomba que yace debajo de nuestros pies aún no fue detonada del todo, y alguien debe desactivarla cuanto antes.
Patricia Alba
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