Sin control
Tarifas de remises: entre el negocio y la presentación de un buen servicio

Los precios se manejan a gusto de los dueños de las agencias, pese a que deben ser aprobados por el Concejo Deliberante. Hay diferencias entre unas y otras de hasta un 80%. Dicen que el legislativo "no existe" y planean presentar nuevos proyectos para unificar los valores de los viajes.

La proliferación de agencias de remises en Pilar es un fenómeno que comenzó a detectarse desde los últimos años, los cuales estuvieron marcados por profundas crisis dentro de los campos laborales. Es por ello que una mayor cantidad de personas se volcó a la actividad, conocida formalmente como “servicio público de autos al instante”. Pero ese fenómeno trae aparejado diversos problemas que terminan perjudicando a los usuarios. En primer lugar, es de público conocimiento que la cantidad de agencias que existen no pueden ser controladas debidamente por parte del municipio y al mismo tiempo la calidad del servicio entra en duda continuamente. Las tarifas varían de acuerdo a la empresa y la zona donde la agencia esté ubicada.
Ante esta situación, en el año 2002 el propio Concejo Deliberante sancionó una ordenanza – 160/02 - que intentó poner fin a las irregularidades y el libre albedrío de los dueños de agencias de remises que nunca se preocuparon ni por brindar un servicio adecuado ni por unificar las tarifas que utilizarían para el desarrollo de la actividad.
En este sentido, el artículo 36 de la ordenanza municipal establece que “el honorable Concejo Deliberante estipulará el valor de la tarifa mínima, que será de cumplimiento obligatorio para todas las agencias ubicadas dentro del partido”, sin embargo, dicho artículo hoy no tiene asidero en el trabajo diario de las agencias. “Cada uno hace y cobra lo que quiere, hace algunos años el Concejo fijaba los mínimos pero hoy no está establecido. En este caso, el Concejo no existe” asegura Lucy Barrios, presidente de la Cámara de remises pilarense.
Tras un relevamiento que realizó Pilar de Todos, cada una de las agencias estipula - según el parecer y el sentido común - el valor mínimo de los viajes y el precio del kilometraje. Mientras algunas cobran $3 por viaje y $1 por kilómetro; otras deciden que el valor mínimo debe ser $4 y 1.20 por Km. Mientras tanto la decisión de cobrar o no la vuelta del remis hacia la agencia queda a criterio de los propietarios, con lo cual el valor de los viajes se podría incrementar $3 ó $5. Queda claro que los únicos perjudicados son los clientes, quienes una vez que concluyeron el viaje no tienen otra alternativa que abonar lo que el conductor indica.
En tanto, es necesario aclarar que las tarifas también fluctúan de acuerdo a la zona en la que estén emplazadas las agencias. En este sentido, cabe destacar que el incremento en el valor que sufren las tarifas en el Kilómetro 50, son excesivas. Allí, el valor del kilometraje supera a la de cualquier remisería del partido, ya que el mismo asciende a $1.50. Ante ese panorama, Barrios se mostró indignada. “Le roban a la gente, y además no entran a los barrios, para mi eso es un acto de discriminación. Reconocemos el nivel de los autos pero cuando los pasajeros les dicen que hay que ir a un barrio de Derqui, no lo hacen y sólo los alcanzan hasta otra remisería”, se quejó.

Ordenanza incumplida

Pero no sólo en las tarifas existen irregularidades ya que si se presta un poco más de atención, el caos es aún mayor.
Según establece el texto de la Ordenanza 160 / 02, “las agencias deberán disponer de un local (…) que debe contar con una sala de espera, acceso directo a la calle, baños para damas y caballeros que deberán ser de uso exclusivo y tener en el interior del local una plataforma rampa de madera para ser utilizada en el caso de personas discapacitadas”, asimismo “la agencia deberá contar con playa de estacionamiento, no pudiendo bajo ningún concepto utilizar la vía pública para el estacionamiento de los vehículos” así como también “exhibir la planilla con el cuadro tarifario vigente”.
Muchas de las remiserías que actualmente llevan adelante su trabajo carecen de estos requisitos, y buscar el por qué de la situación de desregulamiento en el que conviven los trabajadores hacen aparecer betas poco claras. “los dueños de las agencias están ayudados por la amistad que mantienen con políticos y así consiguen las habilitaciones”, afirma Lucy Barrios quien intenta nuclear a los trabajadores para que se pongan de acuerdo y busquen reglamentar la actividad.
Asimismo, fuera de las remiserías habilitadas, e independientemente de la forma en la que lo hayan conseguido, existe otro riesgo que vuelve a atentar contra – esta vez – la seguridad de los pasajeros. Se trata de los remises truchos que “en Pilar hay muchos”. “ellos trabajan como si fueran colectiveros, sus tarifas son muy bajas y en algunos casos transportan entre 6 y 7 pasajeros por viaje”, señaló Barrios y agregó: “hasta que no ocurra un accidente ellos no van a cambiar.
Regular la actividad, establecer los precios y las condiciones de trabajo colaborarán para brindar un servicio adecuado y por sobre todas las cosas justo y seguro

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