Informe
Más de 6700 chicos se alimentan durante el verano en las escuelas de Pilar
Es un número que con los años aumenta considerablemente, impulsado por las dificultades económicas de la población. Hoy los chicos asisten a los colegios fuera del año lectivo para poder recibir un plato de comida. Aún así, las partidas que llegan del Estado no alcanzan. Entre el juego y la necesidad de mitigar el hambre.
Las vacaciones siempre son esperadas con ansias por los chicos porque saben que ese es el momento de jugar, de divertirse, es un momento en el que dejan de cumplir con sus tareas escolares y se dedican a recrear la mente. Sin embargo no todos los niños tienen la misma percepción frente al receso escolar. Más de 6700 chicos pilarenses saben que indudablemente deberán seguir acudiendo a la escuela, ya no para estudiar sino para poder alimentarse.
Es que, según informó la coordinadora distrital de las escuelas de verano, Liliana Barra, en la actualidad existen 5 mil chicos que comen en las escuelas y 1700 lo hacen en las sedes de las colonias de vacaciones.
Son chicos que no pueden pensar en vacacionar en ninguna playa, ni en ninguna montaña. “Son en su mayoría chicos de muy bajos recursos a los que hay que enseñarles a comer”, explicó Barra, quien a través de un proyecto aprobado por la Dirección general de Escuelas intenta acercar a los alumnos a nuevas experiencias. “No sólo se trata de darles el plato de comida, hemos planteado las actividades para que en el momento del almuerzo también puedan aprender sobre la higiene personal, cuidado de los elementos y el respeto en la mesa”, explicó la docente.
Aumento
Se trata de una radiografía que revela las carencias de la sociedad y la modificación del rol esencial de las instituciones educativas que deben tener en mente, además de su tarea de educar y formar, la responsabilidad de acercarles alimentos a sus alumnos. Claro que esa responsabilidad es, en gran medida, difícil de cumplir. Durante el año, el Servicio Alimentario Escolar depende del Consejo Escolar, sin embargo cabe aclarar que como la cantidad de chicos que necesitan del servicio aumenta día a día, los insumos no alcanzan. “Las cantidades no son las que corresponden, todos los días están llegando chicos y los proveedores y los directores de escuela se encuentran con chicos que se quedan sin comer, teniendo que financiar las raciones que faltan con dinero de las cooperadoras”, afirmó Barra.
A esa situación se le suman casos que complican el óptimo funcionamiento de los comedores y cuya raíz reside en la necesidad de poder contar con un plato de comida. “Hay casos en los que se detectan chicos que van a más de un lugar a comer y no les podemos negar la comida. En las escuelas de verano no hay gabinetes psicológicos que detecten casos de necesidades extremas y durante el año, los mismos van rotando”, explican desde los comedores escolares. El control es imposible y la necesidad mucha.
Excusa
El servicio Alimentario Escolar —que en año lectivo aumenta a 15 mil cupos incluidas la merienda y la copa de leche— cuenta con menús armados por nutricionistas que se encargan de verificar que los productos que los chicos ingieren cuenten con las calorías necesarias para su desarrollo. Según la Dirección General de Escuelas, el menú que los chicos reciben en los comedores escolares consta de: pan de carne, ensaladas de papas y huevo, pastas, arroz con pollo, hamburguesas y milanesas. Se trata de un complemento al plan alimentario de cada familia. Sin embargo escapa a la realidad de los nutricionistas el hecho de que la mayoría de los niños que consumen esos alimentos sea la única comida que ingieran en el día.
En este sentido, la coordinadora distrital afirma que con esas raciones “no se puede decir que los chicos se vayan bien alimentados porque sólo se trata de un aporte; no es una solución”.
El trabajo que los docentes están realizando en las escuelas de verano y en las colonias de vacaciones es valedero, ya que a través de propuestas recreativas intentan que los chicos no pierdan la oportunidad de reconstituir el núcleo familiar, adquieran, a través del juego, hábitos y costumbres formales y logren adquirir aprendizajes que hagan menos dolorosa la espera de un futuro mejor. “Sería lindo que no hagan falta los comedores escolares porque eso significaría que todas las familias pueden sustentarse, desearía poder formar y educar sin tener que estar peleando por lo que deja la debacle económica de un país”, analizó Liliana Barra. Es un deseo de todos.
Patricia Alba
Proyecto verano a todo juego
Abarca a los chicos que asisten a los comedores de las escuelas de verano y los que participan de las colonias. Buscan promover la autoestima, a través de las habilidades motrices; el disfrute físico y la protección del ambiente. Se proponen actividades paralelas con temáticas particulares y de competencias orientadas a fomentar la socialización, la comunicación y la expresión verbal y corporal. |
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